La Dirofilariosis cardiopulmonar está producida por el nematodo Dirofilaria immitis. El perro doméstico y algunos cánidos salvajes son los hospedadores definitivos normales para la dirofilaria y, de este modo, actúan como reservorios principales de la infección. Es una enfermedad de transmisión vectorial, a través de la picadura de un mosquito.
Los gusanos adultos se localizan en la arteria pulmonar y en el ventrículo derecho del hospedador, allí pueden vivir durante años, al igual que las microfilarias que producen y que se encuentran en la sangre circundante.
Sintomatología: Disnea, taquipnea, tos, intolerancia al ejercicio, pérdida de peso, hemoptisis, epistaxia, apatía, derrame pleural, ascitis… Generalmente los síntomas no se hacen evidentes hasta pasados años de la infección.
Diagnóstico: Se basa en la detección serológica de antígenos circulantes del parásito adulto y en la identificación de microfilarias circundantes.
Existen test comerciales que detectan antígenos, se basan en técnicas de ELISA (ensayo por inmunoabsorción ligado a enzimas) y en pruebas de inmunocromatografía.
La mayoría de los perros microfilarémicos pueden detectarse examinando con el microscopio una gota de sangre fresca bajo un cubreobjetos en busca de microfilarias en movimiento.
Existen técnicas complementarias que permiten establecer la gravedad de la infección. La radiografía proporciona el método más objetivo de evaluar la gravedad de la enfermedad cardiopulmonar derivada de la infección de dirofilaria. Los síntomas típicos (casi patognomónicos) de la enfermedad vascular por dirofilariosis son las dilatadas, tortuosas y a menudo truncadas ramas periféricas de las arterias pulmonares, también se pueden visualizar patrones pulmonares anómalos.
El examen ecocardiográfico permite evaluar las dimensiones de las cámaras cardiacas, la presencia de hipertensión pulmonar, así como la visualización de las filarias adultas. La comprobación del estado cardiopulmonar puede ser de utilidad para evaluar el pronóstico de un paciente.
Tratamiento: Antes de eliminar los parásitos adultos es necesaria la eliminación de la bacteria que vive en el interior de éstos (Wolbachia), ya que al eliminar a las filarias adultas habría una liberación masiva de la bacteria en el organismo del perro que podría generar graves reacciones inflamatorias. El tratamiento previo con Doxiciclina durante cuatro semanas es imprescindible antes de administrar el tratamiento adulticida.
Simultáneamente, se debe empezar el tratamiento para eliminar las larvas, para ello se emplean lactonas macrocíclicas a dosis preventivas durante dos o tres meses antes del tratamiento adulticida.
Transcurridos dos meses, se procede al tratamiento adulticida con melarsomina diclorhidrato, se administra en tres inyecciones intramusculares profundas en la musculatura lumbar. La administración escalona permite una eliminación progresiva del parásito adulto, minimizando el riesgo de tromboembolismo. Es importante señalar que durante el tratamiento adulticida es de vital importancia la restricción del ejercicio.
En perros con altas cargas parasitarias se puede emplear también un tratamiento quirúrgico, que permite eliminar los parásitos directamente desde la cavidad cardiaca derecha y la arteria pulmonar.
Prevención: El tratamiento profiláctico de elección se basa en la administración de lactonas macrocíclicas (ivermectina, selamectina) por vía oral o en spot-on mensualmente. Puesto que todos los perros que vivan en áreas endémicas de dirofilaria se encuentran en posición de riesgo, la quimioprofilaxis es de alta prioridad.
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