El virus de la leucemia felina (FeLV).
El virus de la leucemia felina (FeLV) está ampliamente extendido entre los gatos de todo el mundo y en los ejemplares infectados persistentemente por él origina una grave depresión del sistema inmunitario. Es responsable de la aparición de enfermedades no neoplásicas como anemia no regenerativa, inmunosupresión y neoplasias como linfomas, leucemia y trastornos mieloproliferativos. La prevalencia es muy variable dependiendo de la zona o núcleo de población estudiado. Actualmente no hay cura y puede provocar la muerte. La vacunación previene la infección persistente y la enfermedad.
Causas:
Cualquier gato puede ser infectado por el virus de la leucemia, pero el riesgo de infección varía dependiendo de la edad, los hábitos, el estado de salud general y el entorno en el que vive. El FeLV no infecta a otros animales domésticos ni a las personas.
El virus está presente en los líquidos corporales, especialmente en la saliva, orina y heces. Este virus no sobrevive fuera del cuerpo del gato, de modo que suele ser imprescindible un contacto estrecho entre el animal infectado y el sano para su transmisión. El FeLV puede transmitirse por el acicalamiento mutuo (incluido el de la madre a los gatitos) o a través de heridas causadas por mordeduras. El virus también puede ser transmitido por la madre a los gatitos durante la gestación y, después de nacer, a través de su leche.
Una vez el animal ha resultado infectado, el virus se multiplica en el torrente sanguíneo. Durante esta fase inicial el gato puede vencer la infección y acabar con el virus, incluso sin manifestar síntoma alguno. Sin embargo, en algunos gatos el sistema inmunitario no puede erradicar el virus y estos animales quedan infectados persistentemente durante el resto de la vida.
Sintomas:
La infección persistente por el FeLV puede propiciar la aparición de un gran número de enfermedades y alteraciones crónicas. Las más habituales son fiebre y letargo, pérdida de apetito, adelgazamiento paulatino, deterioro del pelaje, inflamación de los ganglios linfáticos, lenta recuperación de enfermedades corrientes, anemia; se presenta en alrededor del 25%, infecciones de la piel o de las vías respiratorias superiores, signos gastrointestinales, entre otros.
En gatos no inmunocompetentes el virus se replica en linfocitos y monocitos y se disemina al timo, bazo, nódulos linfáticos y glándulas salivares por lo que el gato es infeccioso. A esta fase se le denomina Viremia primaria. Esta fase dura entre 3 y 16 semanas y en algunas ocasiones hasta un año.
Diagnóstico:
Diagnóstico clínico:
- Los síntomas son siempre demasiado inespecíficos como para emitir un diagnóstico con certeza, sobre todo durante los primeros meses.
- Cualquier gato que presente un retraso en su crecimiento o un claro deterioro de su masa corporal pueden ser sospechosos.
Pruebas diagnósticas:
La presencia del virus en el torrente sanguíneo puede confirmarse con pruebas de laboratorio.
- ELISA, detecta antígeno vírico extracelular libre en plasma. Tiene una alta sensibilidad (90 %) y alta especificidad. Un positivo por si solo no tiene por qué indicar viremia persistente.
- PCR, detecta y cuantifica el número de copias de virus. Puede detectar viremia persistente.
Tratamiento:
No existe ningún medicamento que pueda eliminar el virus de la leucemia felina o que pueda curar las enfermedades que provoca por lo que solo puede aplicarse un tratamiento de soporte. A pesar de ello, ese tratamiento puede hacer que el gato mantenga una calidad de vida aceptable durante muchos meses o años.
Soporte general
- A menudo se precisan largos ciclos de antibióticos para erradicar las infecciones oportunistas.
- Es conveniente evitar cualquier fuente de estrés, como el que el animal sufre cuando se introducen cambios en su rutina o en su lugar de residencia habitual.
- Evitar el contacto con fuentes potenciales de otras enfermedades contagiosas como gatos sin vacunar y no permitir que pasee por el exterior.
- Detectar y tratar con rapidez los problemas de salud, incluso los leves.
Los gatos infectados o sospechosos de estarlo por el virus de la leucemia felina no deben criar y suponen un riesgo para los demás gatos porque pueden diseminar el virus. Esto puede suponer un problema si el animal infectado convive con otros gatos sanos o sale a pasear al exterior.
Prevención:
La vacunación puede evitar la infección persistente y consecuentemente la enfermedad.
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